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El nigromante vitalicio

Foto del escritor: Vianka KytelerVianka Kyteler

En una era lejana, donde las ruinas sembraban las huellas del caos, yacían cientos de cuerpos que habían caído tras una lucha en una guerra sin igual.


Los intereses de los superiores eran muy claros puesto que pretendían derrotar al reino contrario sin importar las bajas. Quienes mandaban a pelear hasta la muerte a sus guerreros eran los representantes de distintos reinados. Entre los guerreros habían humildes ciudadanos que mediante amenazas o distintas extorsiones, eran incluidos a pelear hasta que sus cuerpos digan basta.


La brutalidad con la que sucedía todo esto era una total atrocidad. Con sus armas sumamente afiladas, herían de gravedad a sus adversarios. Cuerpos cercenados entre un mar de sangre esparcida por doquier, los lamentos y pedidos de ayuda se hacían notar en la entrada de un anochecer frío y oscuro.


Habían caído la totalidad de los guerreros, sin embargo los del otro bando habían sobrevivido muchos de ellos. Claramente era una lucha despareja y se hacía notar por la diferencia corporal de estas personas. Se habían aprovechado de la inexperiencia de estos jóvenes que a duras penas sabían usar una espada o carecían de la valentía necesaria atravesar esta situación.

Esto no quedaría así. En estos tiempos (edad media) las artes oscuras también protagonizaban el caos. Entre la oscuridad un hombre mayor merodeaba la escena de destrucción. Se trataba de un brujo experimentado en la magia negra, entre ellas la nigromancia. Si bien había pasado un buen tiempo, los esqueletos estaban en la posición que sus cuerpos habían dejado. Fue entonces que invocó sus almas con un importante oración y de ellas hizo renacer a los muertos, que claramente, no tendrían el mismo aspecto que en vida.


Ese era su nuevo ejército. Atentos y con un solo objetivo, destruir a sus contrincantes con la particularidad de que si recibían heridas estas no se verían reflejadas. Se dirigieron hacia el reino que los derrotó y dotados de gran poder, vencieron a su mayoría. Entre suplicas de algunos, buscando piedad, intentaron escapar pero terminaron cayendo y sumándose a los demás.

Estaba la posibilidad que un esqueleto entre tantos de los disponibles, termine con la vida de este rey. Sin embargo esta decisión la tomó el nigromante. Se daría una situación de "entre la espada y la pared". El rey estaría por dejar el plano terrenal a costa de un ser dotado del poder de dar y quitar la vida como de un dios se tratase.


Con una mano sobre el cuello, fue seccionándole la vitalidad al rey. Su piel comenzaba a ligarse con la de sus huesos hasta finalmente perder la vida. Había sido derrotado un ser que en vida fue atroz y desconsiderado logrando que las energías negativas se les vuelva en contra.

Tras este suceso ya no era necesario este gran ejército de huesos por lo que los devolvió al más allá desligando sus almas. El nigromante desde entonces sería una leyenda, en algunas ocasiones un mito. Con certeza había dejado su huella de oscuridad en un mundo caótico lleno de seres sedientos de sangre.


Desde entonces reinaría la paz, al menos hasta que sea necesario acudir al nigromante devorador de almas.



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